El Imperio del Tahuantinsuyo y sus fuentes históricas



         

El Imperio del Tahuantinsuyo y sus fuentes históricas
El Imperio del Tahuantinsuyo y sus fuentes históricas
La etnohistoria es la ciencia antropológica encargada de la reconstrucción histórico-cultural de los diferentes pueblos étnicos del mundo, mediante la reconstrucción de la cultura y las formas de vida antiguas a través de diferentes fuentes: los archivos, códices, historia oral e historia de vida de los pueblos estudiados.
La historia Inca y la sucesión de gobernantes que ha llegado hasta nuestros días se basa en las crónicas escritas a la llegada de los conquistadores españoles, el imperio Incaico no contaba con historiadores o cronistas que escribían en papel los sucesos de los que eran testigos, pero los registraban en sus quipus, grabados y dibujos, poesías y cantos con los sucesos resaltantes, además de la narración de su historia a través de los amautas (sabios), orejones y nobles incas de generación en generación. Los quipus no sobrevivieron a la llegada de los conquistadores, la gran mayoría fueron destruidos, sólo algunos se preservan en los museos del mundo, con esto se perdió una parte de la historia.
Las crónicas escritas recogieron la historia conservada por los incas en sus cantos, dibujos y quipus que poseían antes de su destrucción. Muchos de estos datos coinciden en su información y otros se contradicen, pero no dejan de tener importante información.
Los Incas confiaban en la narración oral y en sus declaraciones habladas ante sus autoridades, su palabra tenía gran valor entre ellos, y se tomaban como verdad pura; esto era contrario a la cultura traída del viejo continente, donde lo escrito y firmado era declaración invariable.
Federico Kauffmann Doig en su obra Historia y Arte del Perú Antiguo, nos dice; “la carencia de fuentes escritas la suplen los testimonios arqueológicos que, ciertamente, hoy nos permiten contar con un panorama cultural del Incario satisfactorio en términos generales”.
Los amautas y orejones nobles narraban su historia al conquistador español, quien quería justificar su invasión y destrucción de la civilización encontrada.


Federico Kauffmann Doig en su obra Historia y Arte del Perú Antiguo, nos dice; “las crónicas son, con propiedad, las primeras formas de historia sobre el Incario. Relatan acontecimientos históricos contemporáneos a sus autores, como son los episodios de la invasión y de la conquista, eslabonados frecuentemente con los acontecimientos que tuvieron lugar en las postrimerías del Incario. Pero también recogen información sobre el pasado histórico más o menos remoto del Incario, por entonces en la memoria colectiva, aunque surcado por vetas legendarias y míticas”.
La memoria colectiva es el proceso de reconstrucción del pasado a partir de sus intereses y marcos referenciales del presente (Halbwachs 1950). Así la memoria colectiva es un sistema organizado de recuerdos cuyo soporte son grupos sociales espacial y temporalmente situados (Bezerra de Meneses 1992). Esta no es homogénea, sino que la construcción de sentido del pasado puede enfrentar variadas versiones, generándose un proceso denominado memoria dividida, es decir la existencia de varias interpretaciones de un acontecimiento que determinan de manera diferente el modo en que este repercute en la comunidad. Es un mecanismo de poder, de control social que aprovecha diversos instrumentos y mecanismos que van desde los recuerdos individuales hasta soportes técnicos y que puede adquirir diversas dinámicas sociales (Portelli 1996).
María Rostworowski en su libro La Historia del Tahuantinsuyu, nos habla sobre el registro Andino; “es obvio que los indígenas no compartían las mismas preocupaciones europeas. Los hechos que deseaban recordar no correspondían necesariamente a las exigencias de otras latitudes. Podemos asegurar que en el ámbito andino no existió un sentido histórico de los acontecimientos, tal como lo entendemos tradicionalmente. La supuesta veracidad y cronología exacta de los sucesos no era requerida, ni considerada necesaria.
La costumbre cusqueña de omitir intencionalmente todo episodio que molestaba al nuevo Señor, confirma lo expuesto.
A pesar de la aparente confusión, esta historia incaica no debe ser calificada como puramente mítica, tal como lo afirman muchos investigadores. Los documentos, relaciones y numerosos testimonios en donde los indígenas afirman haber conocido y visto a los últimos incas son una prueba irrefutable de la existencia del Tahuantinsuyu. Los seres humanos, sin apoyo de la escritura, podemos recordar dos y hasta tres generaciones atrás”.
Las crónicas se cuentan por docenas y su información se considera una puerta al pasado por los datos registrados. Ake Wedin elaboró una lista de crónicas expuestas cronológicamente y registra más de 50.
Francisco Carrillo Espejo en su Enciclopedia histórica de la Literatura Peruana acuña el término literatura del descubrimiento y conquista que abarca todas las obras producidas durante el proceso de descubrimiento y conquista del Perú, inaugurado el 15 de noviembre de 1532 en Cajamarca con la captura del último Inca, Atahualpa, y finalizado con la desestructuración del Imperio Incaico y la fundación de la ciudad de Lima. Se considera en este periodo literario a las obras que se refieren a los eventos desarrollados antes o durante este, aunque no necesariamente escrita durante este marco temporal. Un grupo mayoritario lo conforman los escritores-soldados que realizan la labor de cronistas oficiales de las expediciones, todos son españoles y escriben desde la perspectiva del conquistador.
María Rostworowski en su libro La historia del Tahuantinsuyu dice; “los españoles que llegaron a estas costas en el siglo XVI tenían la preocupación de conquistar nuevas tierras, y muy pocos tenían la preparación suficiente para comprender el reto que significaba el mundo andino. Para ellos la preocupación central era encontrar nuevas justificaciones para su invasión. La falta de acuciosidad se explica por su deseo de demostrar que los incas no tenían derecho sobre el territorio que habían ganado por la violencia. La mentalidad de la época y el interés por probar los derechos del rey de España sobre las “provincias” incluidas en el Estado Inca hicieron muy difícil la comprensión de la realidad andina”.
Los cronistas nativos son miembros de élites regionales e incluso miembros de la familia real incaica que aprendieron la cultura de los españoles y la utilizan para expresar (a través de la escritura) su visión propia, contraria por lo general a la versión española. Narran su obra siempre dirigida a la audiencia europea conquistadora del nuevo mundo, extirpador de idolatrías.
Un menor número lo constituyen mestizos. El principal representante de este grupo es el Inca Garcilaso de la Vega.
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