Encuentro Picante segunda parte
—Esta comida es altamente
reconstituyente, el cansancio no se va a sentir y terminará la faena sin
problemas.
—Gracias.
Con una ligera reverencia, ella se
retiró, se dirigió a la cocina y regresó con una jarra de refresco que colocó
sobre el asiento junto a un vaso, cada movimiento era seguido por el joven
noble, quien veía sus suaves movimientos como en una danza en la que quería
participar para llevarla de la mano; esa danzante, de inmediato volvió a hacer
el recorrido y trajo un recipiente lleno de ajíes que comenzó a repartir con un
cucharon, colocándolos en los platos de los comensales; al llegar a su sitio,
le preguntó.
—¿Le sirvo ají?
Hatun Percay veía que todos comían
ají con su comida, en medio del grupo no sabía cómo destacar para deslumbrarla,
pero tampoco quería ser menos, así que viendo la olla quiso impresionar a la
bella joven.
—Me encanta, dame el más picante.
—El más picante, le puede quemar
la lengua —recalcó ella en duda por el pedido.
—Si no quema mi corazón, no
importa.
—Bueno, acerque su plato.
Ella, joven bella, ordenada y
decidida, le dio el ají más picante que tenía, él recibió el fruto en su plato,
lo tomó con la mano y se puso a comer; luego de varios mordiscos, mientras
todos comían tranquilos, la cara de Hatun Percay comenzó a ponerse roja, el
calor recorría su cuerpo y llegaba a su boca, con rapidez se tomó la sopa para
aliviar esa sensación, luego se tomó su refresco sin saciar lo que sentía, así
que se levantó a buscar agua con desesperación, los presentes se sorprendieron
por su reacción, el príncipe caminó unos metros y vio un recipiente con un
líquido junto a las ollas, lo agarró entre las manos, lo levantó, se tomó el
contenido calmando en algo el fuego interno que tenía. La asustada joven, al
ver su cara como un tomate se le acercó echándole aire con un plato.
—Señor. ¿Se encuentra bien?
—Sí, ya estoy mejor, el ají está
extremadamente bueno —respondió Hatun Percay, agitado, volviendo a tomar otro
sorbo del recipiente.
—Usted me sorprende, comió el ají
más picante y tomó toda el agua sucia. Debe tener estómago fuerte.
Los comensales comenzaron a reír
ante lo sucedido sin graves consecuencias, sin más remedio para el desafortunado
capataz que sonreír; el ambiente instalado era tan agradable que no quiso decirle
a su nueva amiga quien era para no darle formalidad a este encuentro.
El almuerzo continuó con una
anécdota para contar, luego de un breve descanso los trabajadores y capataces
regresaron a sus labores; las mujeres comenzaron a limpiar y ordenar sus
utensilios de cocina para guardarlos en la casa cerca de la construcción.
Hatun Percay se quedó luego que
salieron todos, recuperándose de la sensación de quemazón que provocó el ají;
Nina Wayra se le acercó para ver si estaba bien y se sentó a su lado.
—¿Te encuentras mejor? Comiste
demasiado rápido el ají, ese fruto se come poco a poco.
—Sí, lo sé, la verdad que es quise
dejarte impresionada, yo como ají, pero no el rojo.
—Te dio resultado, me
impresionaste, pero al momento que tomaste el agua sucia de los platos.
Al decir esto, los dos sonrieron
viéndose a los ojos, luego conversaron sobre comida, trabajo y entraron en
confianza, hasta que ella se retiró con su mamá, junto a las personas que
ayudaron en la cocina, la promesa de verse al día siguiente, estaba hecha. Él
no sabía que ella era la hija del ingeniero constructor de palacio y ella no
sabía que él era príncipe, hermano menor de Inca Roca.
Antes de terminar la faena en la construcción, Hatun Percay pidió a los trabajadores que no mencionaran su verdadera identidad a la bella Nina Wayra, ya había empezado con este engaño y quería seguir así, su intención era regresar al día siguiente, encontrarla para hablarle y buscar el momento oportuno para decirle quien era. El ingeniero constructor de palacio se encontraba más ocupado en la obra de construcción de la escuela, así que casi no iba a la obra de palacio y si lo hacía se retiraba temprano.
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