LA SANCIÓN - Primera parte
El teniente vestido de roja, capa verde, orejeras de oro, arma al hombro y casco bajo el brazo, ingresó al cuartel general dirigiéndose al salón de guerra, donde su capitán lo había citado; él sabía la razón de la citación, la última acción en campaña contra los enemigos del reino no le favorecía, su desenvolvimiento en batalla no estaba a la par de sus colegas; esto lo llevaba a concluir que recibiera una severa amonestación por su conducta. Al llegar a la puerta del salón, se presentó ante los dos soldados de larga cabellera que sostenían lanzas y escudos, parados en la puerta.
—Soy el teniente Hualpa, el capitán me citó.
—Un momento, teniente.
Uno de los soldados ingresó para anunciar su llegada; segundos después lo hicieron ingresar.
—Teniente Hualpa, señor.
El teniente se paró delante de los superiores e hizo reverencia inclinando levemente el torso.
Dentro del recinto un general con capa roja y su capitán con capa negra se encontraban sentados en bancos de madera, el secretario del general se encontraba al lado de su jefe y un quipucamayoc del ejército y su ayudante con una bolsa de tela que colgaba de su hombro, se encontraban de pie a un lado, próximos al oficial convocado.
—Descanse, teniente —dijo el capitán.
—Sí, señor.
El convocado se quedó de pie con su casco bajo el brazo observando a las autoridades. Sólo se encontraban en el gran salón, esas seis personas, todas de cabellera corta; los estandartes cuadrados y emblemas del ejército colocados en palos de madera, apoyados en las paredes de ladrillos de piedra, llenaban de gloria el ambiente, y los rangos de los superiores inspiraban la carrera militar de los subordinados, la cual estaba en riesgo para el teniente comprometido.
El general sostenía un quipu en la mano, el cual contenía el expediente del teniente, después de observarlo unos segundos lo entregó a su secretario y este de lo dio al quipucamayoc; sin mayor preámbulo, el general fue directo al tema de la convocatoria.
—Teniente, tenemos el informe sobre su desenvolvimiento en el campo de batalla, el cual no es favorable a su persona y como jefe de un destacamento tampoco lo es para sus hombres; esto es similar a lo sucedido hace unos años en la campaña contra los ayamarcas.
De inmediato Hualpa interpretó que recibiría esa reprimenda merecida por su distracción en el campo de batalla; en su mente lo ocurrido sólo era un pequeño desliz que no tuvo graves consecuencias, todavía era parte del ejército y podía llegar lejos en esta carrera.
—General, no tomé una buena decisión durante esas batallas, pero sé que puedo hacerlo mejor.
—Teniente, no podemos cometer errores y menos repetirlos. El consejo ha evaluado su caso y ha tomado una decisión.
—¿Mi caso? Pero, general…
Su respiración aumentaba, la tensión a su cuerpo llegaba, sus ojos se abrían para observar a su capitán y su reacción, pero este no se movió ni habló; ahora su desdicha aumentaba, esto sólo podía significar algo malo para su actual carrera militar. El asunto había pasado a niveles más altos, en consecuencia el castigo sería mayor.
Continuará...
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