La leyenda de los hermanos Ayar
La leyenda de
los hermanos Ayar
Juan Díez de
Betanzos y Araos fue un explorador y cronista español. Acompañó a Francisco
Pizarro y a Diego de Almagro en la conquista del Perú. Fue uno de los pocos
conquistadores españoles que logró aprender el quechua general, lengua oficial
del Imperio inca, lo que le sirvió para ser el intérprete y mano derecha de
Pizarro.
Gracias a ello,
y a su matrimonio con Cuxirimay Ocllo, la que fuera prometida de Atahualpa,
ligada al linaje de Pachacutec, logró la amistad de gran parte de la nobleza
incaica.
De su labor
como cronista, destaca especialmente la obra Suma y narración de los Incas
publicada en 1551, donde narra la Leyenda de los Hermanos Ayar, y que supone
una de las primeras narraciones de la historia del Imperio Inca. Además fue
el primer español en escribir en quechua, elaborando incluso un vocabulario
básico español-quechua.
A continuación
la transcripción de los capítulos III y IV sobre la versión original de la leyenda
de los hermanos Ayar en la obra SUMA Y NARRACIÓN LOS INCAS, escrita por Juan de
Betanzos.
CAP. III.— En que trata del sitio y manera
en (así) que tenía el lugar do ora dicen y llaman la gran ciudad del Cuzco, y
del producimiento de los Orejones y según que ellos tienen que producieron y
salieron de cierta cueva.
Al cual pueblo
llamaban los moradores del desde su antigüedad Cuzco; y lo que quiere decir
este nombre Cuzco no lo saben declarar, más de decir que así se nombraba
antiguamente.
Y viviendo y
residiendo en este pueblo Alcaviza, abrió la tierra una cueva siete leguas de
este pueblo, donde llaman hoy Pacaritambo, que dice Casa de producimiento; y
esta cueva tenía la salida de ella cuanto un hombre podía caber saliendo o
entrando a gatas; de la cual cueva, luego que se abrió, salieron cuatro hombres
con sus mujeres. Salió primero el que se llamó Ayar Cache y su mujer con él,
que se llamó Mama Guaco; y tras éste salió otro que se llamó Ayar Oche, y tras
él su mujer, que se llamó Cura; y tras éste salió otro que se llamó Ayar Auca,
y su mujer, que se llamó Ragua Ocllo; y tras éstos salió otro que se llamó Ayar
Mango, a quien después llamaron Mango Capac, que quiere decir el rey Mango; y
tras éste salió su mujer que llamaron Mama Ocllo; los cuales sacaron en sus
manos, de dentro de la cueva, unas alabardas de oro, y ellos salieron vestidos
de unas vestiduras de lana fina tejida con oro fino, y a los cuellos sacaron
unas bolsas, así mismo de lana y oro, muy labradas, en las cuales bolsas
sacaron unas hondas de niervos. Y las mujeres salieron asimismo vestidas muy
ricamente, con unas mantas y fajas, que ellos llaman chumbis, muy labradas de
oro, y con los prendederos de oro muy fino, los cuales son unos alfileres
largos de dos palmos que ellos llaman topos; y así mismo sacaron estas mujeres
el servicio con que habían de servir y guisar de comer a sus maridos, como son
ollas y cántaros pequeños, y platos y escudillas y vasos para beber, todo de
oro fino. Los cuales, como fuesen de allí hasta un cerro que está legua y media
del Cuzco, Guanacaure, y descendieron de allí, a las espaldas de este cerro, a
un valle pequeño que en él se hace, donde como fuesen allí, sembraron unas
tierras de papas, comida de estos indios, y subiendo un día al cerro Guanacaure
para de allí mirar y divisar donde fuese mejor asiento y sitio para poblar; y siendo
ya encima del cerro, Ayar Cache, que fue el primero que salió de la cueva, sacó
una honda y puso en ella una piedra y la tiró a un cerro alto, y del golpe que
dio, derribó el cerro e hizo en él una quebrada; y así mismo tiró otras tres
piedras, e hizo de cada una, una quebrada grande en los cerros altos; los
cuales tiros eran y son, desde donde los tiró hasta donde el golpe hicieron,
según que ellos lo fantasean, espacio de legua y media y de una legua.
Y viendo estos
tiros de honda los otros tres sus compañeros, se pararon a pensar en la
fortaleza de este Ayar Cache; se apartaron de allí y ordenaron la manera de
echar a Ayar Cache de su compañía, porque les parecía que era hombre de grandes
fuerzas y valerosidad, y que los mandaría y sujetaría pasado el tiempo, y
acordaron regresar desde allí a las cuevas donde habían salido; y porque ellos
al salir habían dejado muchas riquezas de oro y ropa y de más servicio dentro
de la cueva; ordenaron con cautela que tenían necesidad de este servicio, que
volviese Ayar Cache para sacarlo; el cual dijo que le placía, y estando ya a la
puerta de la cueva, Ayar Cache entró agachado, bien así como había salido, que
no podían entrar menos; y como le viesen los demás dentro, tomaron una gran
losa, y cerraron la salida y puerta por donde entró; y luego, con mucha piedra
y mezcla, hicieron a ésta en toda [entrada?] una gruesa pared, de manera que
cuando volviese a salir, no pudiese y se quedase allá. Y esto acabado,
estuvieron allí hasta que a cierto rato oyeron cómo Ayar Cache daba golpes en
la losa desde dentro, y viendo los compañeros que no podía salir, retornaron al
asiento de Guanacaure, donde estuvieron los tres juntos un año y las cuatro
mujeres con ellos; y la mujer de Ayar Cache, que ya era quedado en la cueva, la
dieron a Ayar Mango, para que le sirviese.
CAP. IV.— En que trata cómo Ayar Mango
descendió de los altos de Guanacaure de vivir a otra quebrada, donde, después
de cierto tiempo, de allí se pasó a vivir a la ciudad del Cusco, en compañía de
Alcaviza, dejando en el cerro Guanacaure a su compañero Ayar Oche hecho ídolo,
como por la historia más largo lo contará.
Y el año cumplido
que allí estuvieron, les pareció que aquel sitio no era cual les convenía, se
pasaron de allí a media legua más hacia el Cuzco, a otra quebrada, donde
estuvieron otro año, y desde encima de los cerros de esta quebrada, la cual se
llama Matagua, miraban el valle del Cuzco y el pueblo que tenía poblado
Alcaviza, y les pareció que era buen sitio aquel donde estaba poblado aquel
pueblo de Alcaviza; y descendidos fueron al sitio y ranchería que tenían,
entraron en su acuerdo, y les pareció que uno de ellos se quedase en el cerro
de Guanacaure hecho ídolo, y que los que quedaban, fuesen a poblar con los que
vivían en aquel pueblo y que adorasen a éste que así quedase hecho ídolo, y que
hablase con el sol, su padre, que los guardase y aumentase y diese hijos, y los
enviase buenos temporales. Y luego se levantó en pie Ayar Oche y mostró unas
alas grandes y dijo que él había de ser el que quedase allí en el cerro de
Guanacaure por ídolo, para hablar con el sol su padre.
Y luego
subieron el cerro arriba, y siendo ya en el sitio donde había de quedar hecho
ídolo, Ayar Oche dio un vuelo hacia el cielo, tan alto, que no lo divisaron; y
volvió allí, y dijo a Ayar Mango, que de allí se nombrase Mango Capac, porque
él venía de donde el sol estaba, y que así lo mandaba el sol que se nombrase; que
descendiera de allí y se fuese al pueblo que había visto y que le sería fecha
buena compañía por los moradores del pueblo; y que poblase allí; y que su mujer
Cura, se la daba para que le sirviese, y llevase consigo a su compañero Ayar
Auca.
Y acabado de
decir esto por el ídolo Ayar Oche, se tornó piedra así como estaba, con sus
alas, y luego Mango Capac y Ayar Auca descendieron a su ranchería; una vez
descendidos, muchos indios de un pueblo de allí cercano vinieron donde estaba el
ídolo, y como lo vieron hecho piedra, antes lo habían visto volar en lo alto,
le tiraron una piedra y de esta piedra le quebraron al ídolo una ala; de donde,
como ya le quebraron una ala, no pudo volar ya más; y como lo vieron hecho
piedra, no le hicieron más enojo.
Y luego de
hacer esto, volvieron estos indios a su pueblo; Mango Capac y su compañero Ayar
Auca salieron de sus rancherías, llevando consigo sus cuatro mujeres ya
nombradas, y caminaron para el pueblo del Cuzco, donde estaba Alcaviza. Y antes
que llegasen al pueblo, dos tiros de arcabuz, estaba poblado un pueblo pequeño,
en el cual pueblo había coca y ají; y la mujer de Ayar Oche, el que se perdió
en la cueva, llamada Mama Guaco, dio a un indio de los de este pueblo de coca
un golpe con unos ayllos (boleadoras), lo mató, abrió de pronto y le sacó los
bofes y el corazón, y a vista de los demás del pueblo, hinchó los bofes
soplándolos; al ver los indios del pueblo aquel caso, tuvieron gran temor, y
con el miedo que habían tomado, luego en aquella hora se fueron huyendo al
valle que llaman hoy Gualla, de donde han procedido los indios que el día de
hoy benefician la coca de Gualla.
Y esto hecho,
pasaron adelante Mango Capac y su gente, hablaron con Alcaviza, diciéndole que
el sol los enviaba para que poblasen con él allí, en aquel pueblo del Cuzco; y
el Alcaviza, como lo vio tan bien aderezado a él y a su compañía, con alabardas
de oro que traían en las manos, y demás
servicio de oro, entendió así que eran hijos del sol, y les dijo que poblasen donde
mejor les pareciese. Y el Mango Capac se lo agradeció y pareciéndole bien el
sitio y asiento donde ahora está la ciudad del Cuzco, la casa y convento de
Santo Domingo, que antes solía ser la Casa del Sol, como adelante la historia
lo dirá, hizo allí el Mango Capac y su compañero, y con el ayuda de las cuatro
mujeres, una casa, sin consentir que gente Alcaviza les ayudase, aunque los
querían ayudar; en la cual casa se metieron ellos dos y sus cuatro mujeres. Y
hecho esto, desde a cierto tiempo el Mango Capac y su compañero con sus cuatro
mujeres, sembraron unas tierras de maíz, la cual semilla de maíz dicen haber
sacado ellos de la cueva, a la cual cueva nombró este Señor Mango Capac,
Pacarictambo, que dice, Casa de producimiento; porque, como ya habéis oído,
dicen que salieron de aquella cueva. Su sementera hecha, se holgaban y regocijaban Mango Capac y
Alcaviza en buena amistad y en contentamiento.
CAP. V.— En que trata cómo murió Ayar Auca, compañero
de Mango Capac, y cómo hubo un hijo Mango Capac, el cual se llamó Sinchi Roca; y
cómo murió Mango Capac, y cómo murió después de esto Alcaviza después; y de los
Señores que de este Sinchi Roca sucedieron hasta Viracocha Inca, y de los casos
y cosas que acaecieron en los tiempos de estos hasta Viracocha Inca.
Luego de dos
años que allí vino Mango Capac, murió su compañero Ayar Auca, y quedó la mujer
en compañía de las demás de Mango Capac, sin que en ella hubiese habido hijo
ninguno de Ayar Auca, y así, quedó solo Mango Capac con su mujer y las otras
tres de sus compañeros ya dichos, y sin que tuviese que ver con ninguna de ellas
para en cuanto a tenerlas por mujeres propias, sino con la suya propia; en la
cual, luego a poco tiempo hubo un hijo, al cual hizo llamar Sinchi Roca. Y
siendo ya Sinchi Roca mancebo de hasta quince o diez y seis años, murió su
padre Mango Capac, sin dejar otro hijo sino fue este Sinchi Roca. Luego de cinco
años que murió Mango Capac, murió Alcaviza.
Continúa con la
historia de los demás Incas.
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